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Perspectivas
Terapia Cognitiva de las drogodependencias: nuevo
estilo de vida durante la deshabituación.
Pedro Antonio FernándezRuiz
1
, Nereyda Cruz-Zúñiga
1
, Carmen Ivette Hernández
Vergara
1
, Julio Román Martínez Alvarado
1
, Yolanda Viridiana Chávez Flores
1
, Ana
Gabriela Magallanes Rodríguez
1
.
1
Universidad Autónoma de Baja California, Facultad de Ciencias de la Salud, Blvd
Universitario 1000 Valle de Las Palmas, 22260 Tijuana, Baja California, México.
Autor de correspondencia: Nereyda Cruz-Zúñiga, Universidad Autónoma de Baja California,
Facultad de Ciencias de la Salud, Blvd Universitario 1000 Valle de Las Palmas, 22260
Tijuana, Baja California, México. Correo electrónico: nereyda.cruz@uabc.edu.mx
Enviado: 09/10/2023 Aceptado: 10/10/2023 Publicado: 11/10/2023
Resumen - En el presente artículo se realizó una revisión de literatura de la Terapia
Cognitivo Conductual y su aplicabilidad en el tratamiento de las adicciones y VIH. Esto
constituye una revisión de los postulados teóricos de los procesos cognitivos y conductuales
en las personas que consumen drogas. El recuento de las bases iniciales de la terapia
cognitivo conductual nos permite reconocer el marco de referencia de la comprensión del
fenómeno de las conductas adictivas, y por qué estas se perpetúan en los mecanismos
psicológicos de la persona. Al igual que reconocer la eficacia de la que ha sido la terapia en
rehabilitación de adicciones por excelencia y problemáticas asociadas. Si bien pueden surgir
cuestionamientos epistemológicos, es innegable, su capacidad terapéutica, interpretativa y
de intervención en la modificación conductual y reestructuración cognitiva, incluido el
cambio emocional emergente. El proceso de cambio de las conductas adictivas, la
adquisición de nuevas conductas o la reevaluación de pensamientos resultan un objeto de
estudio interesante, contiene elementos de relevancia tales como las actitudes, creencias,
autoeficacia y sentimientos entre otros, que develan la complejidad de esta problemática y
por tanto el nivel de experticia de las intervenciones psicológicas. Es de suma importancia
poder conocer cómo, cuándo, por qué y para qué cambian las personas.
Palabras clave: Terapia Cognitiva Conductual, Drogodependencias, Conductas Adictivas
1. Introducción
Epidemiología del consumo de drogas y
fenómenos asociados
Según el informe de la Comisión
Interamericana para el Control del Abuso
de Drogas (CICAD) y Organización de los
Estados Americanos (OEA), las tendencias
internas en Latinoamérica y
Centroamérica presentadas a lo largo de
los años muestran una elevación
significativa en el consumo interno y así
mismo en la producción y
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comercialización de drogas
1
. Sumado a
esto, el Informe mundial sobre salud
mental
2
afirma que los trastornos mentales
a nivel mundial tienen mayor prevalencia.
Por ejemplo, aproximadamente una de
cada ocho personas en el mundo sufre
algún trastorno mental y la mayoría de las
personas carecen de acceso a una
atención en su salud mental eficaz.
En relación con la salud mental, se puede
mencionar que los trastornos depresivos y
de ansiedad son los de mayor prevalencia
entre los trastornos y se presentan tanto
en hombres como en mujeres. El suicidio,
resulta ser un área de sumo interés pues
por cada fallecimiento hay 20 intentos de
suicidio, aunque, de cada 100
fallecimientos uno es por suicidio
2
. De
acuerdo a este informe, los trastornos
mentales representan uno de cada seis
casos de Años Perdidos por Discapacidad
(ADP) en el mundo. A su vez, la
esquizofrenia afecta a aproximadamente
uno de cada 200 adultos.
Por ende, las consecuencias económicas
de las psicopatologías alteran la capacidad
productiva de un país, incrementa los
costos de la atención, aumenta la demanda
de servicios de salud mental y tiene un
impacto en la capacidad y calidad de la
oferta de servicios de salud mental. Por
solo dar un ejemplo, este informe afirma
que casi la mitad de la población mundial
vive en países en los que solo hay un
psiquiatra por, al menos, cada 200 000
habitantes. La mayoría de las personas que
sufren trastornos mentales no reciben
ningún tratamiento
2
.
A su vez, en otro informe llamado Atlas de
la Salud Mental
3
, aseguran que 301
millones de personas padecían de un
trastorno de ansiedad en 2019, entre ellos
58 millones de niños y adolescentes. De
igual forma, informaron que al menos 280
millones de personas padecían depresión,
entre los cuales 23 millones eran niños y
adolescentes. Por otra parte, encontraron
que 40 millones de personas padecían de
un trastorno bipolar y que 24 millones de
personas tenían esquizofrenia. Agregan
que para este mismo año 14 millones de
personas padecían trastornos alimentarios
y 40 millones sufrían de un trastorno de
comportamiento disruptivo y disocial.
Para el caso Mexicano, y de acuerdo al
Diagnóstico Operativo de Salud Mental y
Adicciones
4
la prevalencia de trastornos
mentales es casi del 19.9% en la población
mexicana. De la población total de México,
conforme a este informe se esperaría que
24.8 millones de personas presentaría
algún trastorno mental del país al año, y
que de los cuales, 25% son trastornos
graves. Agregan que el 3.3% de la
población tiene un trastorno por consumo
de alcohol y el 1% un trastorno por
consumo de drogas
4
.
El informe mundial de drogas de la Oficina
de las Naciones Unidas Contra la Droga y
el Delito
1
, el consumo de drogas ha
aumentado considerablemente en la
población de 15 a 64 años de edad a nivel
mundial en los últimos años. Los datos de
este informe indican que existe un
crecimiento del 30% de consumo de
drogas (cuando se mide el consumo de los
últimos 12 meses) del año 2009 al 2017, es
decir, pasó de 210 millones a unos
aproximadamente 271 millones de
personas, casi el 5.5% de la población
mundial. Si bien, ese aumento se explica
también por el crecimiento del 10% del
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rango etario de los 15 a los 64 años, los
datos actuales muestran un aumento de la
prevalencia del consumo en diferentes
partes del mundo. El informe reporta que
la droga más consumida es el cannabis,
que representa el 70% del total de
consumidores de drogas en el año previo.
Sin embargo, a pesar del aumento de
consumo de cannabis en Asia y América su
prevalencia permanece estable en los
últimos diez años
1
.
Por otra parte, actualmente 35 millones de
usuarios sufren trastornos relacionados
con las drogas, dentro de los cuales 11
millones lo hacen a través de vía parenteral
y de estos mismos más de 1,4 millones
viven con el VIH y 5,6 millones con
hepatitis C
1
.
De acuerdo a la Organización Mundial de
la Salud en 2020 se estima que al menos 38
millones de personas viven con el VIH y
estiman que durante el año 2019 y ante la
precariedad de los servicios relacionados
con el VIH, murieron a nivel mundial casi
690.000 personas por causas relacionadas
con el VIH y 1,7 millones de personas se
infectaron
5
.
Según las estimaciones del Programa
Conjunto de las Naciones Unidas sobre el
VIH/Sida (ONUSIDA), la probabilidad de
que los consumidores de drogas por
inyección se contagien del VIH es 22 veces
mayor que la de la población general
1
.
Hasta la fecha, la prevalencia del VIH en las
personas que se inyectan drogas es más
elevada, situación similar en población
carcelaria o espacios cerrados dado que la
prevalencia del VIH y la hepatitis C es seis
y ocho veces mayor en los reclusos que se
inyectaban drogas que en los que no
1
Esta población está expuesta a un riesgo
mayor de sobredosis mortal y se ve
afectada de manera desmedida por
enfermedades e infecciones de
transmisión sanguínea como el VIH y
hepatitis C
1
. La Organización Mundial de la
Salud
5
afirma que la población de mayor
vulnerabilidad son hombres que tienen
relaciones sexuales con hombres;
personas que se inyectan drogas; personas
recluidas en cárceles y otros entornos
cerrados; trabajadores del sexo y sus
clientes; y personas transgénero
5
.
Para el caso mexicano y conforme al
Centro Nacional para la Prevención y el
Control del VIH y el SIDA (CENSIDA) en
2019 los casos diagnosticados a nivel
nacional desde el año 1983 al 2019 son
210,931. De toda la población el medio de
contagio por drogas inyectables (UDI) es
del 1.4% del total de los casos acumulados,
siendo los rangos de edad entre 15 a 59
años los más afectados. De la población
total de notificados a nivel nacional para el
estado de Baja California son 7562
hombres y 1820 mujeres para un total de
9832 al año 2019 lo que representa un 4.4%
del porcentaje nacional
6
.
En la reciente Encuesta Nacional de
Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco en
2016 en México se encuentra que las
prevalencias de mayor consumo de
“cualquier droga ilegal” se encuentra en
los estados de Jalisco (15.3%), Quintana
Roo (14.9%) y Baja California (13.5%)
comparadas con la prevalencia nacional
(9.9%)
7
. En Baja California, la
metanfetamina y la heroína son las drogas
de mayor impacto entre los consumidores.
A su vez, la metanfetamina se ubica en un
cuarto lugar como droga de inicio, solo
detrás del alcohol, la marihuana y el
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tabaco. Diferente a la heroína que se ubica
en un séptimo lugar.
Ante este panorama de consumo de
sustancias adictivas se trasciende a ser
tema de interés académico y clínico
debido a la relación que existe entre el
consumo de drogas y el VIH. Como se
mencionó al inicio del texto, existe una
gran prevalencia de uso de sustancias en
personas que viven con el VIH. Por
ejemplo, se realizó una revisión
sistemática y un metanálisis de las causas
y porcentajes de mortalidad en población
consumidora de drogas inyectables.
Dentro de los hallazgos se menciona que la
mortalidad era mayor en las cohortes de
países de ingresos bajos y medianos, en los
hombres y en las personas que se
inyectaban drogas VIH positivas. Siendo la
sobredosis de drogas y síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (SIDA) las
principales causas de muerte entre las
cohortes
8
.
A su vez, Platt, et al. investigaron a través
de una revisión sistemática global y un
meta análisis la prevalencia y la carga de la
coinfección por el virus de la hepatitis C
(VHC) en personas que viven con el VIH.
De acuerdo a estos autores, para el año
2016 a nivel mundial, había 37 millones de
personas infectadas con el VIH y 115
millones de personas con anticuerpos
contra el VHC. En la revisión encontraron
que existe una probabilidad seis veces
mayor de infección por el VHC en la
población con VIH positivo que sus
contrapartes VIH negativas. Agregan que,
a nivel mundial, hay aproximadamente
2.278.400 coinfectados por VIH-VHC, de
los cuales 1.362.700 eran en población
usuaria de drogas inyectables. En
consecuencia, estos datos confirman la
necesidad de prestar mayor atención a la
población con VIH positivo y VHC, pero
especialmente en consumidores de drogas
inyectables. Destacan la importancia de la
aplicación de pruebas de detección de
VHC de rutina en todas las personas
infectadas por el VIH, pero especialmente
en usuarios de drogas inyectables
9
. Estas
mismas tendencias fueron halladas en otro
meta análisis para población usuaria de
drogas inyectables VIH positivo y VHC
10
.
Terapia Cognitivo Conductual
El modelo cognitivo propuesto por Aaron
Beck propone que todas las
perturbaciones psicológicas tienen en
común una distorsión del pensamiento y
que esta influye en el estado de ánimo y en
la conducta del paciente
11
.
El supuesto teórico de esta teoría es que la
persona estructura el mundo en base a su
percepción; la cual se ve influenciada por
una serie de creencias y esquemas
cognitivos que se han asimilado y
acomodado en un proceso de aprendizaje
previo. En base a esta información previa,
la persona interpreta los hechos,
situaciones o eventos que le ocurren. Es
decir, la situación puede elicitar una serie
de pensamientos y emociones que
provocan una conducta anticipada.
Actualmente, es considerada como un
sistema de psicoterapia donde su fin es
reducir las reacciones emocionales
desproporcionadas y las conductas
adversas, y esto se logra a través de la
modificación del pensamiento erróneo y
las creencias desadaptativas, que
subyacen a estas reacciones
12
.
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Este modelo de intervención cuenta con
una gran comprobación empírica lo que le
da solidez y valor científico
13
. Dentro de
este paradigma, se distinguen diferentes
modelos de intervención, tales como: el
entrenamiento en habilidades sociales y de
afrontamiento, la prevención de recaídas y
la terapia conductual familiar y de pareja
14
.
Terapia Cognitivo Conductual de las
Drogodependencias
La Terapia Cognitiva de las
Drogodependencias (TCD) considera las
características propias de la problemática
de consumo, su relevancia a nivel
cognitivo (sistema de creencias) y las
estrategias de intervención especializadas
para tratar el consumo abusivo y
dependiente de alcohol, tabaco y otras
drogas.
Para Beck et al., la mayor parte de las
personas consumidoras de drogas tienen
unas características que las predisponen a
realizar conductas adictivas. Algunos
factores que estos autores identifican son:
sensibilidad general a experimentar
sentimientos desagradables, impulsividad,
poca tolerancia a la frustración entre
otros
12
. Entre otras cosas afirman que las
personas no son simples instrumentos
ambientales, sino que construyen
activamente su realidad. Mencionan que
existe una relación entre el pensamiento,
las situaciones y las acciones del individuo,
donde el pensamiento es el mediador
entre la acción y la situación
12
. Según Beck
existen tres niveles de pensamiento, las
creencias centrales o nucleares, las
creencias intermedias y los pensamientos
automáticos. En cuanto a las creencias
centrales o nucleares, menciona que
representa el sistema de creencias más
profundo y rígido de los tres (3), y está
caracterizado por sobregeneralizar la
información. Estas creencias son tácitas y
personales sobre el mundo, los demás y el
mismo, que dan un significado personal
casi imperceptible para la persona. Este
significado proviene de las experiencias de
la interacción con el mundo y otras
personas. Este sistema cognitivo es de
carácter emocional y no tanto racional,
que puede estar activo constantemente y
le da un valor de identidad a la persona.
Por ejemplo, si una persona tiene una
creencia que “es mediocre” entonces la
mayor parte de sus evaluaciones
cognitivas estarán permeadas por esta
creencia nuclear. En este caso, la persona
filtra de forma selectiva la información que
confirma su creencia, descartando
información contraria a esta
11
. De aquí,
donde provienen sus distorsiones
cognitivas.
En relación a las creencias intermedias, se
puede atribuir como un sistema de
actitudes, reglas y asunciones sobre la cual
reposan las creencias centrales. Es decir,
es un esquema regulador entre el
significado personal del sujeto y la
identidad manifiesta cognitivamente
hablando. Beck da por ejemplo como
actitud una atribución personal: “Es
terrible ser incompetente”, que a su vez
actúa como regla: “Yo debo trabajar tan
duro como pueda todo el tiempo”, y que
finalmente termina provocando una
asunción: “Si trabajo tan duro como pueda,
yo podré hacer algunas cosas que otros
pueden hacer fácilmente”. Este ejemplo
nos ayuda a visualizar los mecanismos
reguladores de las creencias intermedias
sobre las creencias centrales, y que dan un
significado, que a su vez otorga una norma
de funcionamiento que permite predecir y
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ordenar las acciones correlacionadas al
significado personal
11
.
Por último, tenemos a los pensamientos
automáticos, que no son más que los
pensamientos espontáneos de los
acontecimientos actuales, gracias a la
activación de los esquemas de creencias
centrales e intermedias debidas a un
evento vital. Estos pensamientos se
incorporan en la conciencia de la persona
interfiriendo con el pensamiento racional
en forma de “distorsiones cognitivas”. Son
igualmente imperceptibles que los otros
esquemas, pero son susceptibles a ser
detectados a través del entrenamiento o
por algún proceso metacognitivo. Estos
pensamientos automáticos son la
interpretación de las reglas, atribuciones y
asunciones, y se instauran en forma de
palabras o imágenes que vienen a la mente
del individuo, constituyendo hipótesis e
inferencias que tienen repercusión en el
tipo de reacción emocional, conductual y
fisiológica
11
. Un ejemplo es cuando una
persona tiene dificultad para estudiar o
leer y se asevera así mismo: “Esta lectura
es difícil, por lo que no la entenderé nunca.
No entiendo por ser tonto”, lo que provoca
una reacción emocional de tristeza y
enojo, que a su vez se relaciona con la
reacción conductual de abandonar la tarea
y quizá provoque una reacción fisiológica
somática. Entonces los pensamientos
automáticos son el elemento terapéutico a
trabajar
11
. El terapeuta se interesa en
identificarlos, evaluarlos, refutarlos y
modificarlos por nuevos pensamientos.
Eventualmente se guía al sujeto a
identificar y modificar los pensamientos
intermedios y pensamientos centrales
11
.
Dentro de los errores de pensamientos
que podremos encontrar en el paciente,
son la inferencia arbitraria, abstracción
selectiva, generalización excesiva,
maximización, minimización y el
pensamiento dicotómico.
Por lo tanto, la intención de la TC es
motivar al cliente que busque evidencias a
favor y en contra de una hipótesis
preestablecida sobre un hecho, y que en su
validación o refutación se cuenta que su
creencia no era más que una hipótesis y no
un hecho fáctico, lo que la hace
susceptible al cambio
15
.
En relación al abordaje, este se realiza
desde un inicio con la conceptualización
cognitiva del caso particular. Donde se
revisa antecedentes relevantes del
paciente, con una indagación minuciosa
de las creencias centrales, intermedias,
pensamientos automáticos y las
situaciones evocadoras. Seguido a esto, se
establece una formulación durante la cual
recabamos información demográfica, se
establece un diagnóstico, se revisan las
puntuaciones de los cuestionarios, se
formula el problema y el funcionamiento
actual, dar un perfil cognitivo y evolutivo,
finalmente, las implicaciones para el
tratamiento. La conceptualización del
caso incluye las relaciones que existen
entre los patrones de vida con los
problemas actuales. De acuerdo a Beck et
al. el abordaje consiste en un trabajo de
colaboración terapeuta-paciente, un
trabajo activo, basado en gran parte en
preguntas abiertas, y altamente
estructurado y centrado
12
.
En el fenómeno de uso y abuso de drogas,
el abordaje cognitivo ayuda a los
individuos a enfrentar los problemas que
les producen angustia emocional y a crear
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un panorama cognitivo que fomente la
autoeficacia para dejar de usar drogas.
Además, y conforme a estos autores
algunas estrategias cognitivas específicas
les ayudan a aliviar sus impulsos y, al
mismo tiempo, a establecer un sistema
más fuerte de control interno. Y agregan
que la TC puede ayudar a los pacientes a
combatir la depresión, ansiedad o ira, que
frecuentemente están relacionadas con las
conductas adictivas
12
.
Una de las formas de apoyar al paciente
desde la TCD es reducir la intensidad y la
frecuencia de los impulsos de consumir
sustancias y enseñar al paciente técnicas
específicas a fin de controlar y manejar sus
impulsos. Estos impulsos también
conocidos como craving son una
respuesta a los síntomas de la abstinencia,
a la falta de placer, a los deseos hedónicos
y a los estímulos ambientales
condicionados a esa respuesta
12
.
Este impulso o craving es de suma
importancia abordarlo desde la TCD, pues
ya que muchos de los pacientes
consumidores de drogas atribuyen a estos
deseos las dificultades de dejar de
consumir. Lo describen como un deseo
irreprimible o incontrolable. Ya que, y
desde la perspectiva de esquemas de
creencias, el craving o impulso es
alimentado por algunos pensamientos
disfuncionales. Alguno de ellos, por
ejemplo, es minimizar, negar o ignorar sus
problemas derivados por el consumo.
Dentro de este esquema de creencias
adictivas se encuentra que los pacientes
suelen pensar que la droga es necesaria
para mantener la homeostasis psicológica
y emocional, también que su uso es capaz
de mejorar el funcionamiento social e
intelectual e incluso puede dotarlos de una
fuerza especial, que igualmente a través de
su consumo se encontrará placer o el alivio
del dolor, que puede quitar el
aburrimiento y que solo a través de su uso
pueden controlar el craving.
Ahora bien, y desde la concepción
conductual, podemos mencionar que este
hábito de uso de drogas es un patrón
repetitivo de conducta antes estímulos
específicos que implica un deseo o una
necesidad irrefrenable. Este deseo se
asocia al sentimiento experimentado por
el individuo y este a su vez a otros
estímulos, lo que se conoce como una
“generalización estimular”
12
.
Retomando el abordaje, una vez hecha la
conceptualización cognitiva, la
formulación del caso y la estructura de las
sesiones se inicia el análisis que ayuda al
paciente a examinar la secuencia de
acontecimientos que lo llevan al abuso de
una droga y, además, explorar las
creencias básicas acerca del valor que
tienen las drogas, el alcohol y la nicotina.
Al mismo tiempo, el terapeuta entrena al
paciente para que evalúe y considere las
formas en que su pensamiento erróneo
produce estrés y angustia (Beck et al.
1999). Una vez el paciente haya reconocido
este tipo de creencias o pensamientos
distorsionados buscamos desde la terapia
modificar su pensamiento, de forma que
entienda cuales son realmente sus
problemas y deje de preocuparse por los
pseudoproblemas. Demostramos al
paciente varias formas de controlar y
modificar su conducta. Es decir, el
terapeuta lleva al paciente a develar las
conexiones causales y correlacionales
entre las situaciones estímulo, los
pensamientos, creencias, emociones,
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impulsos de consumir drogas y el consumo
de las mismas
12
.
Por ejemplo, dentro de las técnicas
cognitivas, la técnica de evaluación de
ventajas y desventajas permite al individuo
realzar elementos cognitivos no
considerados en la toma de decisiones o
balance decisional sobre consumir o no
drogas. Entre otras cosas, el
apoderamiento cognitivo de las creencias
y pensamientos automáticos por parte del
paciente a través de las técnicas de
identificación de creencias adictivas y de
flechas descendentes (Pensamientos
automáticos), que le permiten, y a la ayuda
del diálogo socrático, reconocer su
procesamiento de la información y la
relación de éste con su identidad y el
consumo de sustancias. En búsqueda de
este empoderamiento, se usan técnicas
que fomenten un encuentro cognitivo
consigo mismo y que tengan la facultad de
extender ese entrenamiento más allá de la
misma terapia, otorgando al sujeto
habilidades y conocimientos cognitivos
para el control de impulsos y el manejo de
situaciones evocadoras. Por ejemplo, la
técnica de registro de pensamiento, donde
el sujeto realiza un análisis funcional de
toda una situación, revisando y anotando
en una tabla los pensamientos, emociones
y acciones realizadas, dándole un valor
porcentual a las emociones
experimentadas y agregando un
pensamiento racional que otorga un
efecto incompatible con el pensamiento
automático evocado
12
.
En cuanto a las técnicas conductuales, y de
la misma manera que las cognitivas, se
pretende la generación de autonomía y el
rompimiento con los hábitos antiguos del
paciente. A la ayuda de la técnica de
programación y control de la actividad,
ayudamos al sujeto a la incorporación de
nuevos hábitos y el rompimiento de las
contingencias con los antiguos. Otra
técnica es la de repaso conductual o juego
de roles que entrena al sujeto a enfrentar
con más habilidades las relaciones
interpersonales, como puede ser una
comunicación asertiva, mayor tolerancia a
la frustración, expresión de sentimientos,
solución de problemas etc.
2. Discusión
La conceptualización de los procesos
cognitivos (pensamientos, creencias,
actitudes, reglas y presunciones) influyó
considerablemente en los inicios de la
teoría de la TCC para la comprensión de
las conductas asociadas con alguna
psicopatología
16
. De igual forma, la noción
de que las cogniciones y las conductas
manifiestas pueden moldearse utilizando
las mismas leyes del aprendizaje
determinaron su grado de aplicabilidad
17, 18
.
Así mismo, la teoría del aprendizaje social
y la teoría de la autoeficacia de Bandura
ayudaron a relacionar los modelos
cognitivos y las intervenciones
conductuales
17,18
. Gracias a estas
contribuciones epistemológicas y
conceptuales, las variables cognitivas
pudieron ser operacionalizadas en
procesos observables y comprobables, es
decir, medibles y predecibles. Por ejemplo,
el análisis funcional de los antecedentes y
consecuencias de una conducta, obtuvo la
concepción multidimensional, pues no
solo consideraba aspecto relacionales del
ambiente y la conducta, sino también los
procesos cognitivos internos
16
.
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Por consecuencia, la TCC contribuyó a la
comprensión clínica que el cambio
conductual como el ambiental pueden
facilitar la reestructuración cognitiva y el
cambio cognitivo posterior
18
. Es decir que
los procesos cognitivos operan en cierto
modo fuera de las leyes conductuales y
tienen una relación causal con el estado de
la salud mental de la persona, así como la
mediación de la conducta
17
.
Entonces, se puede afirmar que las
cogniciones afectan el comportamiento,
los procesos cognitivos pueden ser
medibles y por lo tanto intervenidos y el
cambio de comportamiento puede verse
afectado a través del cambio cognitivo
15
.
Por otra parte, según Beck et al la TC es
compatible con los distintos abordajes,
como grupos de mutuoayuda, doce pasos,
enfoque motivacional etc. Se puede
resaltar dentro de las ventajas de la TC su
énfasis en la identificación y modificación
de creencias que exacerban el craving o
deseo irrefrenable de consumir, también
se puede señalar su impacto positivo en los
estados de afecto negativo (ansiedad, ira y
desesperanza) que pueden desencadenar
el consumo, además de su interés notorio
de enseñar a los pacientes a aplicar una
batería de habilidades y técnicas
cognitivas y conductuales y por último,
promover en los pacientes por un lado, la
abstinencia del consumo, y por otro, la
adquisición o reforzamiento de estilos de
vida saludables que tienen un impacto en
las valoraciones así mismos y hacia el
futuro
12
.
También se puede destacar sus cualidades
en su esquema de intervención
estructurado y breve. De acuerdo a Carroll
los parámetros de la TCD son
evidentemente claros, y que menciona a
continuación: análisis funcional del abuso
de la droga, entrenamiento en el
reconocimiento y afrontamiento del
craving, solución de problemas,
habilidades de afrontamiento e
identificación y afrontamiento de las
situaciones de riesgo
19
. Esta misma autora
menciona que la TCD es una terapia
efectiva en la población dependientes a la
cocaína
20
. Aunado a esto, Sánchez-Hervas,
et al., encontraron que los pacientes
mejoraron su calidad de vida, una
reducción en el malestar psicológico y
también en el consumo de drogas gracias
a la TCD
21
. En otro estudio que evaluó las
tasas de abstinencia en diferentes
periodos encontraron que las tasas de
abstinencia fueron aproximadamente el
90% después del uso de TCD. En el
seguimiento realizado al año, mostró una
tasa de abstinencia validada en torno al
40%, que según estos autores es un
porcentaje similar al encontrado en otros
estudios que informan de tasas de
abstinencia para la terapia cognitiva
conductual del 25 al 47%
22,23,24
.
Hoy en día, la TCC es una de las
herramientas clínicas más usadas en el
tratamiento de conductas de riesgo. En un
estudio sobre la TCC dirigida a usuarios de
drogas inyectables diagnosticados con
VIH, depresión, y trastorno de sustancias
hallaron que puede ser eficaz como
tratamiento integrado para la depresión y
la adherencia al tratamiento
25
. Así mismo,
en otro estudio en pacientes usuarias de
metadona con uso regular de
metanfetaminas mostraron reducciones
significativas en la frecuencia de uso de
metanfetamina, la gravedad del trastorno
de metanfetamina y el número de días de
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uso de metanfetamina después de haber
pasado por un programa de terapia
cognitivo conductual breve
26
.
Por su parte, Shakiba et al. aplicaron un
programa de tratamiento basado en la TCC
en 200 pacientes durante 16 sesiones
encontrando una reducción significativa
en el uso de metanfetamina y una mejora
en el bienestar psicológico
27
. En otro
estudio con hombres homosexuales y
bisexuales VIH-positivos hallaron que la
aplicación combinada de la entrevista
motivacional (EM) y TCC redujo el uso de
metanfetaminas, mejoró la adherencia al
tratamiento farmacológico, se asoció con
una reducción en carga viral y finalmente,
los pacientes reportaron menos actos de
sexo anal sin condón a los 3, 6, 9, y 12
meses después de la intervención
28
.
Wilson y Vassileva realizaron un estudio
con usuarios de drogas en abstinencia
prolongada (mayor a un año) (usuarios de
heroína, usuarios de anfetamina y usuarios
con policonsumo) donde midieron la
impulsividad “afectiva y basada en la
recompensa que dependen del contexto” y
la impulsividad “motora y atencional que
son independientes del contexto”.
Hallaron que la impulsividad “afectiva” se
asoció con conductas de riesgo sexual
entre los usuarios de heroína y anfetamina
en abstinencia prolongada, mientras que la
impulsividad “motora atencional” no se
asoció con conductas de riesgo sexual en
ningún grupo que usa drogas. De la misma
manera, la impulsividad “afectiva” se
asoció con comportamientos de riesgo
sexual recientes (en los últimos 30 días)
29
.
En relación al tratamiento de drogas y
pacientes con VIH, Petry et al. revisaron
los efectos de la aplicación de un programa
de manejo de contingencias (MC) dirigido
normalmente a la abstinencia de drogas en
pacientes con VIH y lo redirigieron al
fomento de la salud. Los resultados
indicaron que los participantes del
programa MC presentaron un número
significativamente mayor de muestras de
orina libres de drogas de manera
consecutiva y reducciones en las cargas
virales y comportamientos de riesgo de
VIH en el MC. Lamentablemente, ninguno
de estos efectos se mantuvo durante el
período de seguimiento
30
. En otro estudio
encontraron resultados similares donde
destacan que los pacientes usuarios de
drogas que pasan por un tratamiento de
abstinencia de drogas, estabilizan el
estado del VIH
31
.
Malta et al., encontraron mayor
adherencia general e identificaron mejores
resultados del tratamiento antirretroviral
en ex usuarios de drogas que en aquellos
con condiciones psiquiátricas menos
severas. Concluyen que los pacientes con
VIH positivo tienden a un mejor
pronóstico de adherencia al tratamiento
antirretroviral cuando dejan de consumir
drogas
32
.
Por su lado, MacArthur, et al., llevaron a
cabo una revisión sistemática y un
metaanálisis donde se correlacionó el
tratamiento de sustitución de opiáceos
con una reducción del 54% en el riesgo de
infección por VIH entre los usuarios
parenterales de drogas, lo que indica que
este tipo de tratamientos promueven
conductas preventivas de contagio
33
. Por
ejemplo, Nance et al. hallaron que la
abstinencia de heroína o cristal se asoció
con mayores probabilidades de supresión
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viral
34
. En un trabajo sobre el uso de
metadona encontraron que la calidad de
vida mejoró en pacientes con tratamiento
de metadona, particularmente en aquellos
que tomaron tratamiento antirretroviral y
se abstuvieron del uso de drogas
35
.
3. Conclusión
En conclusión, la adicción desde su
interpretación neurobiológica es una
enfermedad cerebral crónica con
implicaciones y cambios
neurobioquímicos, neuropsicológicos,
motivacionales y psicológicos. Las
funciones de recompensa, autocontrol y
aprendizaje se encuentran notablemente
involucradas en el hábito de uso de
sustancias. Estas funciones se ven
ampliamente alteradas por las drogas lo
que conlleva a la pérdida del interés en
reforzadores naturales, desbalanceando el
proceso motivacional y decisional, y
redirigiendo las conductas a objetivos
relacionados al uso de drogas. El proceso
adictivo podemos mencionar que es un
trastorno de consumo - producto de un
déficit en el sistema de recompensa, un
trastorno de reactividad al estrés, una
alteración en el sesgo atencional y
finalmente un claro debilitamiento en las
funciones
36.
El componente esencial del trabajo
terapéutico en la problemática de
consumo de alcohol, tabaco y otras drogas
es darle posibilidad al paciente de crear un
nuevo estilo de vida, que le permita
reconocerse como actor principal y activo
de su proceso de cambio, que experimente
las consecuencias positivas de hacerlo y
que se distinga como un ente de control de
sus propias decisiones. De allí la
importancia de estos modelos que
promueven la autoeficacia y las
habilidades para interactuar de forma más
sana ante las situaciones vitales o
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